¿Qué es lo que se juega el país en esta elección?

en Coyuntura

Las opciones que se abren en esta próxima elección son 2:

  1. a) Mantener el gobierno en manos de un conglomerado que echa al canasto de los papeles la mayoría de las demandas de las fuerzas sociales y en particular las de los trabajadores (tengamos presente que en esta crítica se incluye a los actuales parlamentarios del F.A. que jamás accedieron siquiera a recibir los planteamientos del CIUS y otras organizaciones sindicales de clase)
  2. b) Dar paso a la alternancia –ya vivida en 2009– y entregar el gobierno a los dueños del capital, que esperan ansiosos poder truncar aún más las esperanzas de los millones de afectados por el Código del Trabajo. Además de lo anterior, se truncarían una serie de cuestiones valóricas que se han logrado y que francamente corren riesgo de retroceder (el aborto en 3 causales es una señal, así como también el perdón a los violadores de los derechos humanos).

Respecto a lo anterior, está claro que ambos conglomerados políticos no son lo mismo, pero francamente son pocas las diferencias que se pueden encontrar entre unos y otros. A fin de cuentas, ambos han administrado sin muchas dificultades el modelo impuesto.

Convengamos que ambas opciones mencionadas –a) y b)– validaron la modificación de la ley laboral para los trabajadores del turismo y las últimas reformas en sindicalización y negociación colectiva. ¿Cuál es la conclusión? Unos apuestan a humanizar el capitalismo, los otros a profundizar las enormes inequidades que el modelo genera.

Nadie puede, entonces, calificar esta elección como una definición entre el bien y el mal. Es simplemente un proceso más en el que la población será bombardeada con ofertas, muchas de las cuales no se concretaran en el futuro periodo presidencial. Yo lo tengo claro, o me resto de participar en el circo o voy y marco nulo.

Lo haré porque ninguna de las opciones apunta a lo que, como trabajadores, venimos demandando desde hace muchos años. A unos y otros les importa un comino los derechos de los trabajadores. Solo a título de ejemplo me permito citar la demanda establecida en la Plataforma de lucha de la CUT en 1988, en orden a un bono de locomoción por día trabajado y una asignación de colación. ¿En cuál de los gobiernos pasados fueron resueltas positivamente estas demandas? ¿Fueron planteadas en este proceso electoral por candidatos a parlamentarios o presidenciales?

Como ven, no es imprescindible optar por uno u otro. Todo seguirá más o menos igual. Lo que hagan con el gobierno, aquellos que en definitiva lo asuman por los próximos 4 años, no será muy distinto de lo vivido hasta ahora y nuestro problema, el de los ciudadanos conscientes, es que no hacemos todo el esfuerzo por buscar la raíz del problema y proponer las soluciones.

Una de las claves de lo que se vive –creo que la principal– está en la no participación, que ya se esparce como un virus peligrosísimo y que está anulando cualquier esfuerzo serio por lograr cambios. Solo observen la última elección de la FECH. Vinculados al FA controlan la Federación, postergando a las juventudes de los partidos tradicionales, eso asoma como la noticia, pero nadie se digna explicar cómo es que tuvieron que dar 1 día más de votación, para alcanzar un quórum que apenas supera el 30% del total de padrón. En cuanto a las movilizaciones del sector público, ¿Es solo culpa de los dirigentes de la administración pública y de la CUT, el escuálido 2,5% de aumento nominal a sus remuneraciones? Claramente NO. Una gran responsabilidad en dicho resultado la tienen las bases de las organizaciones que están siguiendo al pie de la letra una ceremonia de dudosa efectividad, resuelta por las directivas. Presentan demandas, anuncian movilizaciones, se paran un par de días y terminan aceptando acuerdos que no representan ni el 50% de sus aspiraciones.

Con el resto de los trabajadores se vive algo similar. En 1973 estaban organizados más de un millón de trabajadores y el promedio por sindicato superaba los 150 socios. Al 2014 los organizados no llegan al millón (y eso que los padrones de las organizaciones en muchos casos están abultados) y el promedio por organización apenas llega a 89 socios. Un detalle final, la fuerza de trabajo se ha duplicado 3 veces entre 1973 y 2014.

Así, de todas formas, coincidamos en algo: sea cual sea el resultado el próximo 17 de diciembre, no influirá mayormente en nuestra realidad de trabajadores abusados en sus derechos mínimos. La única solución para poner en la orden del día nuestras demandas es la educación de los trabajadores respecto de sus deberes y derechos, el trabajo permanente para desarrollar organizaciones representativas y con conciencia de clase y la lucha decidida por lo que merecemos en justicia. O asumimos que los ciudadanos deben hacerse parte activa en este proceso de exigencias de respuestas o estamos fritos.

El 2013 el padrón  electoral  era de 13.573.088, mientras que en 2017 este total subió a 14.347.288 (que incluye a 39.137 facultados para votar en el extranjero), lo que indica que el total de facultados para votar aumentó en 774.200. Un siguiente antecedente nos dice que en 2013 el total de votos emitidos fue de 6.699.011, mientras que en 2017 el total de la votación (en ambos casos se incluye a nulos y blancos) fue de 6.699.627. O sea, en 4 años el aumento de votantes efectivos fue apenas de 616. Es una muestra inequívoca que la participación ciudadana no crece y de esto son responsables los gobiernos con sus políticas que no entusiasman a la población y los partidos y movimientos políticos que no toman nota de lo que la gente está demandando.

Ha surgido eso sí, para estas elecciones, una propuesta nueva: el Frente Amplio, tal como nuevo fue ME-O en 2009, o como lo fueron el mismo ME-O y Parisi en el 2013.

La diferencia es que los primeros se articularon mejor y presentaron alternativas al parlamento, y luego del resultado electoral ocuparán una parte del escenario que hasta ahora se repartían -casi amigablemente- la derecha y la socialdemocracia. No obstante lo anterior, no está claro que ahora las cosas cambien. El único elemento irrebatible es que parte de los votos de la Nueva Mayoría en el 2013 pasaron a ser votos del Frente Amplio en el 2017.

Esperemos, por el bien de los ciudadanos, que esta nueva fuerza que irrumpe considere el sentir de amplios sectores hasta ahora ninguneados, pero tengamos claros que si no hay mayor participación, que si no apostamos a la organización y a la acción de los perjudicados por el modelo, las cosas se mantendrán como hasta ahora.

Autor/a

Dirigente sindical chileno, actual presidente de la Confederación General de Trabajadores.

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